Ya
expresé mi opinión sobre The Last of Us
así que pocos compartirán mi idea de que El
eternauta
es mejor.
Tiene
un desarrollo, una estructura, que es una delicia. Empezamos en una
casa, pasaremos a una comunidad de vecinos, al barrio, la ciudad… Y
conforme se amplían los horizontes se amplía el nivel de producción
con una puesta en escena espectacular. Crecen los escenarios y crecen
los personajes. Muy bien escritos. Un perfil ajustado para definir el
carácter, el modo de ser, los vaivenes de cada uno y, al mismo
tiempo, por no ser estereotipos, queda en ellos algo de misterio.
Ricardo
Darín
encabeza el reparto. Jamás pensé verle en una serie de
ciencia-ficción y mucho menos a su edad. Pero el autor del cómic,
Héctor
Germán Oesterheld,
argentino, creó un clásico que tenía que llegar a las pantallas. Y
sin duda el respaldo de Darín
ayudará a que llegue lejos.
Porque
tiene un ritmo impecable. Nunca dejan de pasar cosas, nunca se
acelera, nunca decae. Juan Salvo busca a su hija en medio del caos,
para ello primero busca a la esposa, las cosas no se dan como
esperaba, vuelven al inicio, planean un objetivo, luego tiene que ser
otro… Suena a auténtico, a verosímil, a la vida misma. Con nieve
tóxica y escarabajos extraterrestres, sí.
Como
en muchas distopías el viaje, la gente con la que se cruzan, es lo
esencial. Pocas veces he visto una evolución tan creíble de la
situación. Sin histrionismo, sin extremos. ¡Hay reacciones lógicas!
En
fin. 6 episodios en los que apenas se ha arañado la superficie. 6
episodios que deberían tener continuación. 6 episodios que se ven
con pasmosa facilidad.
Qué
similar en tema y qué diferente en ejecución de los apocalipsis
hollywoodienses.
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