Ray
y Manny son amigos. Se hacen pasar por agentes de la DEA para robar
el dinero de pequeños distribuidores de droga. Rápido, limpio, sin
sangre. Un día se equivocan. Roban un lugar con más dinero del que
esperaban y todo sale mal.
La
adopción del realismo trae muchas cosas buenas. Es realista en su
drama, en sus momentos bestias, en los conflictos. También en
pequeños momentos de humor que surge de modo natural (peleas de
amigos, con la familia, reacciones ante el miedo…).
Lo
mismo se puede decir de las secuencias de acción. Nada
espectaculares. Pero resueltas de modo original, con lógica y mucha
imaginación (ese atropello por aplastamiento).
Los
dos protagonistas están muy bien dibujados. Sobre todo Ray. Esos
flashback
en blanco y negro perfilan su pasado: una tragedia, la cárcel… Muy
bien interpretado por Bryan
Tyree Henry.
Qué reacciones tan naturales, qué cócteles de llanto y humor y
dobles sentidos y coronar con música de Meat
Loaf.
Insisto: una interpretación impactante. Por favor: que le den algún
premio ya.
Luego
tenemos a Mina (Marin
Ireland)
la agente de la DEA. En el capítulo 5 le dejan espacio y en un par
de escenas construye un personaje brutal, un drama potente. Esa
secuencia del 988 te deja como si un autobús te pasara por encima.
El capítulo 6 es una locura de un nivel increíble. Algo que se ha
contado muchas veces pero nunca así.
Me
ha gustado mucho. Una de esas escrituras sin clichés. No sabes nunca
qué sucederá a continuación, es imprevisible. Nada de estructuras
prefabricadas, de plantillas. Una escalada de tragedia con momentos
muy fuertes.
Si
quieres una historia criminal escrita de modo competente, sólida,
algo compleja (hay que estar un poco atento), Dope
Thief
te lo da.
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