Nada
más comenzar la película una mujer despierta y se mira con atención
las manos. No sé si la intención del director es darnos ya, desde
el primer momento, una pista decisiva. Si es así me parece un error.
Personalmente supe lo que estaba pasando. Sólo los bebés, cobrando
conciencia de sí mismos, se miran así las manos.
Riya
(Eiza
González)
despierta en la nave espacial, aposentada sobre un planeta. El resto
de la tripulación está muerta. Poco después llega Brion (Aaron
Paul)
que estaba en órbita.
La
idea da para un corto. Dura hora y media ajustada pero le sobra
metraje, le sobran pasillos caminando, le sobran conversaciones sin
sentido. Hay un momento en que debaten si quedarse y morir o subir a
órbita y vivir. Una decisión con una sola posibilidad que discuten
de modo absurdo durante minutos y minutos.
Hubo
un momento, la tecnología extraterrestre, en que pensé que ahí
estaba, al fin, el núcleo de la trama. Pero resulta que, después de
mostrarnos algo tan alucinante se olvidan de ello.
A
alguien se le ocurre que el desarrollo adecuado es plagiar (mal) a
Alien
(otra vez) y servir unas cuantas escenas sangrientas más aburridas
que perturbadoras.
Lo
mejor: el robotito médico japonés. Qué coña tiene.
Mala.
No hay comentarios:
Publicar un comentario