A
Sherlock Holmes no le apetece meterse en líos en el barrio chino de
San Francisco, así que deja que sea su traductor Qin Fu quien se
encargue de
investigar el asesinato de una chica blanca, hija de un político, y
el de un jefe de una tribu india.
Qin Fu investigará
con el indio Ah Gui.
Esta
película pudo ser algo bastante grande. De haberse centrado en el
drama habría alcanzado un nivel muy bueno. Incluso siendo una
comedia el resultado habría sido magnífico. El problema es que está
construida sobre un constante tono paródico, burlón y eso significa
que, en ocasiones, se les va la mano hasta el ridículo.
Es
una pena porque el nivel de producción es enorme. Qué esmero en la
puesta en escena. Decoraciones, manifestaciones, calles… Está todo
muy bien planificado, con un colorido un poco de cuento, pero acorde
con ese tono irónico. Hay una secuencia de acción llamativa: la
persecución con carruajes por las calles de San Francisco.
Por
otra parte sorprende el esfuerzo realizado en el contexto histórico.
Por un lado, como telón de fondo, la rebelión de los Bóxers y la
toma de Pekín. Por otro lado, en la propia San Francisco, la ley de
Exclusión China, la mafia irlandesa, las tribus indias, los
conflictos políticos, la construcción de ferrocarriles…
Es
una película china con la clara voluntad de resaltar la enorme
aportación de los chinos a la cultura americana. Pero no sé
discernir si es un acercamiento, una ofrenda de paz, o por el
contrario una advertencia.
En
cualquier caso me ha sorprendido mucho. Tiene su épica autosaboteada
por esas tonterías. Cada vez que hay una escena dramática
interesante, con profundidad, culmina con una tontería, un
comentario bobo, una situación absurda.
Lo
dicho: buena, interesante. Pero pudo y debió ser mejor.
El
verdadero protagonista no es ninguno de los detectives. Es Chow
Yun-Fat, empresario que controla Chinatown en fecha tan señalada.
Muy buena interpretación. John Cusack es el malote.
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