Lo más original de la película es que el heredero del trono, un tal Arturo, Artie para los amigos, está en un instituto lleno de pijas, jugadores de rol y deportistas (torneos de lanza). En ese instituto Artie está sometido a un bullying continuo. Objeto de acoso escolar por parte de todos sus compañeros, da la sensación de que la película va a recuperar el tono de las precedentes. Pero, por desgracia, el acoso sirve para explicar toda la personalidad de Artie y da pie a conversaciones más cercanas al didactismo de Disney que al humor políticamente incorrecto de Shrek.
Una entretenida película de animación. Pero no es Shrek.
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