Con
ojos occidentales puede parecer inverosímil cómo coinciden el
actor, su séquito, su primo y la novia en la casa de unos cazadores.
En India no es extraño que a una boda, por ejemplo, lleguen los
amigos y los amigos de los amigos de los amigos.
Así
que cuando los hombres salen de caza y las mujeres están en casa,
llegan unos traficantes de armas. No te diré la razón porque sería
destripar un poco el inicio. La cuestión es que, cuando al fin todo
confluye, estamos en la hora de metraje. Con un par de extensos
números musicales incluidos, a mí se me hizo pesado. Toda esa
presentación de los miembros del club de caza no me parecía
necesaria.
Entiéndeme:
hay que ver cómo trasladan los jabalíes muertos porque tendrá su
trascendencia y otros aspectos singulares. Pero no tiene mucho
sentido que se extiendan en caracterizar a veintitantas personas: no
pueden, es irrelevante, nos da igual.
En
fin: esto es un duelo entre traficantes de armas y los miembros de un
club de caza. El primer asalto es a los 60 minutos y luego la cosa ya
se anima. Como en tantas otras ocasiones el exotismo, el que sea
diferente a Hollywood, ya es una buena razón para verlo.
Podría
decir que el montaje es malo y que he visto cosas indias mucho mejor
planificadas. Pero es que es una película un poco tonta de modo
intencionado, deliberadamente básica. Pretende sacar adelante una
idea (no trates a la gente de campo como idiotas) y un puñado de
secuencias de acción. No busca más.
Creo
que sí debió aspirar a más (alguna escena en los bosques,
trampas…) pero también hemos visto cosas peores de Jason
Statham y nadie se ha quejado.
Me
encantó el “enfrentamiento mexicano”.
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