Filmar
la leyenda. Está el mito, lo que la gente cuenta, lo que dicen que
pasó. Y está la verdad descarnada, lo que sucedió realmente, lo
que estuvo en el origen. La realidad y el mito pueden ser muy
distintos.
A
John Ford le interesaba lo que había antes del mito, el qué
pasó para que llegáramos a esto. En ese sentido (y en otros muchos)
creo que El hombre que mató a Liberty Valance es su
película más lograda.
El
mito: James Stewart mató al bandido Lee Marvin. Eso
impulsó la carrera política del joven abogado: gobernador, senador,
embajador… Se hizo famoso.
La
realidad: lo que veremos, el relato del propio James Stewart,
el papel que John Wayne desempeñó en segundo plano.
La
fama del mito implicó la devastación de otro hombre. El que lo
merecía queda en la oscuridad y pierde todo. El que no lo merece
triunfa y se lleva todos los honores. Y no son enemigos. Son amigos,
cargando cada uno su propio peso y su responsabilidad.
Hay
decenas de escenas maravillosas. Comento una: la escena del bistec.
Sólo por esta secuencia ya merece la pena ver la película. Los tres
actores principales en una situación cargada de tensión, en el mismo plano, Doniphan llegando desde el fuera de campo para aprovechar la profundidad de campo. Uno de
ellos humillado, los otros dos dispuestos a matarse por un filete
caído en el suelo. Y toda la simbología sobre civilización y
barbarie, sobre honor y deshonor, el matón y el justiciero, qué
clase de hombre eres… Usando un guardaespaldas negro en 1962…
-He
dicho que seas tú, Liberty. Tú lo recogerás.
Los
pelos como escarpias.
Es,
posiblemente, la película que más veces he visto.
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