
Lo ambienta en Ciudad del Cabo, cosa que está bien porque también hay otras extensiones de tierra fuera de Estados Unidos.
El estilo está entre el de Tony Scott y su fotografía quemada y el de Paul Greengrass y su montaje rápido.
Con todo, lo más gracioso para mí es que Espinosa se ha llevado desde Suecia a Fares Fares y, como no debe tener ni idea de inglés, no dice ni una sola palabra en toda la película.
A la salida, un trío de señoras ya mayorcitas, se fueron directas a las butacas del café, comentando que estaban agotadas y que les dolía la cabeza con tanto no parar.
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