
Confucio. Ministro de la Ley, Primer Ministro, filósofo peripatético... exiliado. Y por ahí va, yendo y viniendo con sus seguidores y pasando las de Caín. Porque otra cosa no, pero sitio para moverse por China sí que tenían.
Como siempre en estas producciones no escatiman en extras y en reconstrucciones arquitectónicas. Eso es lo mejor de la peli. El mensaje... no sé. Tiene un tufillo mesiánico y una propaganda subliminal de corte político-social que no me acabó de gustar. Ciudadanos: sed trabajadores buenos y honrados. Nosotros, en el poder, haremos lo que podamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario