De cómo resucitar a los superhéroes
Y vuelvo a mi querido cine infantil.
Es un recurso habitual matar a un superhéroe para que las tiradas del cómic crezcan. Y luego resucitarle, claro. Hasta los supervillanos con estilo son convenientemente rescatados del olvido para reaparecerse en momentos oportunos. Incluso magnolico deja morir su blog para resucitarlo y ganar en audiencia.
Si ayer comentaba que Los 4 Fantásticos constituía una pifia, tengo que hablar de esos otros 4 fantásticos que revivieron de modo novedoso el cine de superhéroes: Los Increíbles.
Es disfrutable al cien por cien. Fíjate por ejemplo en la caracterización de todos y cada uno de los personajes. Ya quisiera la mayor parte de los dramas otorgar a sus protagonistas una carga semejante de consistencia. Y no hablo sólo de los personajes principales. Edna Mode es una secundaria que se merecería un spin-off para ella solita. Se merecería una tesis, un Oscar, el Premio de la Crítica, un monumento en la Zona Cero. Además, personajes terciarios como Tony Rydinger o Kary tienen un carácter tan elaborado que Frank Capra habría matado por tenerlos en sus películas.
Seguro que muchos han alquilado la película, la han visto y la han devuelto. Grave error: éste es uno de esos pocos casos en los que merece la pena echar un vistazo a los extras. Al menos, para ver el fragmento de Kary en sus tareas de canguro. Una puñetera genialidad.
También mi querido cine infantil, que cada vez tiene más elementos para que los papás a los que sus niños llevan al cine no se queden dormidos. Maravillosos, los Increíbles. De lo mejor que he visto en cine animado junto con Shrek (I, por supuesto).
ResponderEliminarY es que con estas películas los niños se divierten y los ya-no-tan-niños les encuentran todas las malicias y los homenajes ocultos que hacen de ellas obras de arte.
Déjame virar un poco, porque cuando he puesto lo de los niños que llevan al cine a sus padres me he acordado de una familia feliz de papá, mamá y critiatura viendo "Mission: Impossible III" en la fila detrás de mi, en la última sesión. Al principio pensé que se habían equivocado de sala, luego que igual al niño se le había antojado y los papás no sabían de qué iba. Luego le explotó el cerebro a una tipa y el niño preguntó: "¿Qué le ha pasado, papá?". Fue entonces cuando sospeché que de hecho habían sido los padres los que habían llevado a su hijo al cine. Sin duda para que aprendiera lo dura que puede llegar a ser la realidad y que pudiera tomar ejemplo de los auténticos héroes de nuestra sociedad.
Jopé, io, qué bestia eres a veces, qué cruda, qué poco diplomática.
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