18/1/21

30 monedas. Temporada 1

-Este delincuente nos ha
encerrao.
Estamos en Pedraza (Segovia) con el cura, el alcalde, la veterinaria y guardia civil. Y el tonto del pueblo. Lo típico. Pueblo castellano en el que nunca pasa nada. Hasta que pasa. Y pasa que una de las 30 monedas de Judas aparece y se va liar gordísima. De hecho Pedraza decidirá el destino del mundo.
Todo es excesivo en esta serie. Todo es Álex de la Iglesia. Nadie se quejará de falta de intensidad. Intensa sí que es, sí. Si podemos ponerle pegas es que esa intensidad se logra con un exceso de elementos. Hay monstruos, exorcismos, ouija, asesinatos, conspiraciones en el Vaticano, espejos mágicos, espantapájaros que cobran vida, comunicación a través de los sueños y un par de doppelganger
De ahí vienen sus virtudes y defectos. Virtudes porque logra una imaginería visual inquietante, perturbadora y original. Sus defectos porque capítulo a capítulo, considerados independientemente, como el caso de la semana tipo Expediente X, funciona bien. El conjunto es, ya lo dije, excesivo. Imposible encajar tantas piezas. Y a veces se le va la pinza. Muchísimo. El 1x05 es un desmadre. Y el último, bueno, para qué cortarse ya a esas alturas.
Es un cómic del fantaterror, inspirado en el pulp americano y transmutado en la expresión autóctona española. Es Lovecraft mezclado con pseudo-catolicismo. Y la verdad es que, si comparamos la serie española con otras americanas similares, la de Álex de la Iglesia es mejor. Más potente, más asquerosa, más ruda, más inteligente, más loca, más graciosa, más descerebrada. Más, en general.
Hay conversaciones delirantes. Explicaciones teológicas cainitas se mezclan con el queso de Burgos y la morcillita picante. Sus golpes de humor extraño son casi siempre eficaces. Eduard Fernández está enorme. Miguel Ángel Silvestre saca mucho partido a su alcalde ingenuo. Megan Montaner, el personaje más normal, no gana para sustos. Macarena Gómez encarna a la mujer más pragmática del mundo.
Se pasa tres pueblos. Tres Pedrazas. No tiene moderación ni control. No hay medida. Es Álex de la Iglesia.
El problema gordo es que esto debió tener un cierre. No estoy preparado para seguir con más locura y lo que es peor a nivel narrativo: tal vez no hay forma, realmente, de dar un fin satisfactorio.

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