No
sé en qué medida es verdad y, tras ver la peli, no tengo ganas de indagar sobre ello.
Eso ya dice mucho. Si es verdadera, es caótica y aburrida.
Es
una de esas películas, demasiado habituales en la actualidad, que sustituyen el
drama por lo desagradable, un ejercicio sofista para engañabobos. Léase Joker o Capone. Los personajes no tienen voz. Es la voz retorcida de
las obsesiones del director. Pero drama, lo que se dice drama, más bien poco.
La
cosa es que uno espera ver un western
australiano y se topa con una comuna hippie
ya trasnochada en 1867. Hay decisiones, además de la del deliberado mal gusto,
difíciles de entender. No parece razonable utilizar 45 minutos de metraje para contar la infancia de alguien si no es su infancia el objetivo. Obviamente se
va a las dos horas que no carecen de situaciones repetitivas y cansinas.
El reparto es bastante llamativo: George
MacKay, Charlie Hunnam, Russell Crowe, Nicholas Hoult,
Essie Davis, Thomasin McKenzie… Por eso es una pena que apenas se profundice
en ellos. Personajes secundarios que aparecen poco, que se comen la pantalla
por encima de los principales y que regresan al anonimato sin que entendamos el
porqué hacen lo que hacen.
Me
gustó la segunda escena de la película: el caballo blanco, el vestido rojo, el
paisaje verdigrís. Luego nada. Todo es suciedad y hasta te lo dicen verbalmente
por si no te ha quedado claro (prueba de que el director dirige demasiado al
espectador porque no confía en sí mismo).
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