¿Se
puede hacer un musical sobre el primer Secretario del Tesoro de Estados Unidos?
Me imagino las caras de los productores cuando Lin-Manuel Miranda les
fue con la idea. Y con mayoría de cantantes negros e hispanos. Y con mucho rap.
Pues
se puede. Una prueba de que el Arte puede tocar cualquier tema. Hamilton no tenía
razones para salir de los escenarios de Broadway durante los próximos 30 o 50 años.
Así que tenerlo disponible en una filmación es un auténtico lujo.
Desde
el principio conocemos a Alexander Hamilton y Aaron Burr. No es espoiler, es
historia: el segundo matará en duelo al primero. Y de ahí hacen surgir la
historia de los inicios de Estados Unidos, la guerra de la Independencia,
George Washington, la constitución, los Papeles Federalistas, las bases de la
política económica americana… ¿A que suena a poesía, a pura música? ¿No? Pues
no te preocupes porque lo es.
Un
musical dramático con ajustados momentos de humor. Hamilton y su esposa,
Hamilton y la política. Todo tiene contenido y sentido. Es cierto que a muchos
les puede resultar demasiado pop, un musical para masas, sin las grandes voces
de otros musicales de más envergadura. Y tienen razón. No es uno de los grandes musicales ni por sus voces ni por su espectacularidad. Pero es apropiada en su tono y, con las
licencias lógicas, una lección de Historia presentada de modo atractivo. Jonathan
Groff como el rey Jorge se sale. Divertidísimo. Nadie lo diría viéndole en Mindhunter.
La
filmación me parece correcta pero nada más. Se podía (se debía) sacar más
partido a las coreografías. Aun así son 160 minutos que no pesan lo más mínimo.
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