Hace
poco leí Detectives victorianas,
una compilación que prueba la enorme cantidad de mujeres dedicadas
literariamente a tal profesión. Muchos relatos y muchos otros citados. De
escritores y escritoras. Miss Scarlett contiene todos los códigos de esas
novelas: casi siempre toman el trabajo detectivesco por problemas económicos,
son independientes, inteligentes, se interesan por lo moderno.
La
diferencia más notable entre la serie y las novelas es que la serie muestra un universo
machista. En las novelas victorianas ese problema es escaso. Es,
principalmente, un prejuicio de clase social. Los polis buscaban asesoras
civiles porque podían infiltrarse en lugares donde un caballero no podía
hacerlo. Y ellas estaban encantadas porque ganaban un dinero que les permitía
ascender de clase o, al menos, mantenerse en su nivel burgués. Lo de ser como
los hombres no es algo que sea prioritario. Nuestros prejuicios actuales hacia
épocas pasadas yerran en el punto de mira.
Curioso:
pensamos que en el siglo XIX eran menos feministas que ahora. Tal vez porque
ahora lo somos menos o tal vez porque hay gente que quiere que pensemos que
ahora somos más progres. Sea eso lo que sea.
No
es asunto irrelevante para la calidad de la serie. Porque se pone tan pesada
con las conversaciones feministas que acaba agotando. Una vez y otra y otra y
otra y otra y otra (¿ves cómo cansa?). En las novelas desarrollaban mejor el
prejuicio de clase y daba gusto ver que les importaba un bledo que el detective
fuese hombre o mujer.
Abandoné
en el cuarto capítulo porque ya había oído la misma conversación 40 veces. Y
porque la intriga, francamente, era casi nula. La producción, británica, es
impecable como siempre.
Pero léete Detectives
victorianas de Michael Sims. Todas las historias son buenas y se
te quitarán algunos prejuicios que ahora quieren hacernos creer. Como la de
aplicar categorías actuales a épocas pasadas, como la de pensar que a ellos les
importaban las chuminadas que nos importan ahora. Igual que ahora ni imaginamos
las que habrá dentro de un siglo. Aunque ya me gustaría verlas.