La
estética por encima de todo. Una planificación cuidadísima y un trabajo de
fotografía imponente.
Si
hubiese tenido argumento (o algún sentido) habría sido una buena película.
Dos
sicarios reciben el encargo de matar a alguien. Una mujer es la intermediaria
con el empleador.
Pocos
personajes, pocos escenarios. Margot Robbie es la protagonista
principal, un personaje misterioso que desvelará al final, deprisa y corriendo,
unos cuantos secretos sobre sí misma. No lo hace ni bien ni mal porque de
verdad que la trama no da para mucho. Simon Pegg y Mike Myers
están ahí en papeles no cómicos.
Es
evidente que una gran parte de lo que se cuenta es absolutamente superfluo,
innecesario. Está claro que el propósito era convertir una idea cortita en un largometraje
de hora y media, así que se estira con elementos caprichosos. También hay
diálogos malísimos.
Pero
muy bonita, oye.
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