17/3/19

El Gordo y el Flaco


-Palacio de invierno de San Petersburgo. Eso es palacio. El Buckingham es pequeña caseta de perro.
1937. Stan y Ollie. El Gordo y el Flaco. Arrasan con sus películas cómicas y están tratando de que les aumenten el sueldo. 1953. Su salud no es muy buena, están de capa caída y hacen giras teatrales en Inglaterra para ver si pueden sacar una nueva película.
Y como ocurre tantas veces, la vida de un cómico tiene un poso de tristeza. Es así. Dos amigos, en las horas bajas de la vida, que tratan de convertir los males en comicidad para otros. Hay escenas que duelen: la negativa a una nueva película, no tener dinero para comprar una joya a su esposa…
Pero quizá lo interesante de esto es la idea de que son amigos. Una amistad con muchos altibajos. Una amistad muy complicada. Pero es la esencia de la película, la percepción de que en la amistad no hay lógica ni razón, sólo un sentimiento de compatibilidad.
En el hilo conductor de esa gira final vamos encontrando sus motivos, sus vidas fuera de los escenarios, su normalidad y su locura. Y también vemos cómo forjaron la base de muchos gags que luego se imitarán hasta la saciedad.
Elegir ese momento (el adiós al gordo y el flaco) es también un adiós a una etapa del cine. Hay una nostalgia por la simplicidad de que aquel cine. El momento en que el mundo se volvió más retorcido y perdió su ingenuidad.
Muy buenas interpretaciones de Steve Coogan y John C. Reilly. Y ojo con las esposas, Shirley Henderson y Nina Arianda, porque tienen algunos choques verbales también muy interesantes.

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