Ya
sabes que me trago todo lo que aparece sobre Sherlock Holmes. Suelo tener el
radar desplegado, así que, en cuanto la encontré subtitulada, fui a por ella.
La
cirujana Wato regresa a Japón tras misión humanitaria en Siria. Su jefe la
espera en el aeropuerto y es asesinado. Wato encuentra, realizando la autopsia,
a una mujer llamada Sherlock, detective consultor de la policía. Sí: su
chaletito alquilado a la señora Hatano es el 221B de una calle de Tokio y tiene
un hermano muy inteligente que trabaja en la Oficina de Inteligencia.
Una
delicia. Por supuesto hay que adaptarse a la idiosincrasia japonesa, pero me ha
gustado mucho encontrarme con esta versión femenina y nipona de Sherlock del
siglo XXI. Sobre todo porque es una versión bastante insoportable de Sherlock.
-Su
personalidad es un asco.
La
pobre Wato tiene que aguantar (con su amabilidad japonesa, no lo olvidemos) a
su muy borde compañera de piso que la pone en ridículo continuamente. Me
encanta lo mal que se llevan porque eso da lugar a toques de humor muy
graciosos. Ese afrodisíaco.
Obviamente
los dos últimos capítulos son su enfrentamiento con Moriarty (con otro nombre
japonés, claro) y la caída de Reichenbach.
No
me gustaron sus deudas con la serie Sherlock
(especialmente la banda sonora, tan parecida), hay casos mejores y peores, una
trama de largo recorrido, algunas cosas son previsibles, pero no importa.
Resulta simpática y entretenida.
Otra
cosa importante: no hay ni una palabra, ni una lección sobre feminismo, género,
representación o ideología de cualquier tipo. Sherlock y Wato son mujeres y ya
está. No necesitan adoctrinar a nadie y gracias a eso logran una buena
historia. Lo digo para que la gente deje de preguntarme que por qué aún pongo
pegas a muchas series españolas y bastantes americanas: no me gustan las
catequesis.
8
capítulos.
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