-Ay,
María Auxiliadora. Si no fuera por mujeres como tú y como yo, no sé qué sería
de todo esto.
Nunca
he sido cofrade (Dios me libre) pero tengo muchos amigos cofrades. Y es
divertidísimo ver la pasión con que viven su querida cofradía. El mismo grado
de fanatismo que otros ponen en defender lo indefendible: la independencia de
Cataluña, la originalidad de la tesis de Pedro Sánchez o mi equipo es el mejor.
Tiene mucho de gracioso, algo de patético y te deja pensando: qué carajo le ha
pasado a esta gente en la cabeza para que pongan tanto empeño en algo que
importa un pimiento al resto de la Humanidad.
La
película lo clava… y se queda corta. Es demasiado sencilla, como si temiese
cargar la mano y exagerar, pero se agradece que todos los gags y clichés del
mundo formen parte de un guión. El acierto es centrar el enredo en el
“accidente” y dejar la cofradía en el perímetro, surtiendo de chistes cuando
hace falta.
Por
lo demás es muy elemental, localista por entero (imposible exportar esto) y de
consumo fácil. Graciosa, con un par de puntazos realmente buenos. Pero no pasa
de ser un spin off de Allí abajo (ya tienen a Rocío
Molina). Y mejor me callo porque igual hacen una serie. Y eso sí daría
miedo.
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