10/9/18

La bruma


Tras un terremoto en París surge una niebla tóxica del subsuelo. Sólo sobreviven quienes viven en pisos altos y los que viven en Montmartre. Y la niebla no se va. Sube poco a poco.
La peli se centra en una familia con un problema añadido: la niña, Sarah, tiene una enfermedad, cada vez más común en la población, que le obliga a vivir aislada en una cámara y se encuentra en un piso cubierto por la niebla.
No es una gran película debido a su sencillez y falta de riesgo. Pero me gusta. Hay cierta virtud en esa sencillez, algo de búsqueda esencial en el valor de imagen por sí misma y en el valor de la vida. Romain Duris y Olga Kurylenko han sobrevivido y tendrían recursos para salvarse con cierta facilidad de no ser porque están atados a su hija. Sarah se convierte en el centro y el motor de la acción. Estática en su cámara, fuerza las acciones de los padres.
Pocos personajes, con un par de escenas dramáticas logradas y un giro final extraño que exigiría alguna explicación (o quizá no) pero, a la vez, cargado de sugerencia. Si La niebla americana era una de las películas más desesperanzadoras que se ha hecho, La bruma busca lo contrario.
Qué maja la parejita de ancianos del ático.

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