Esta
vez el guión tiende a ser cero. Se inclina más por los gags al estilo Mr. Bean. Así que ya sabes: o entras
o no.
Caretos,
balbuceos, marranadas con la comida, los bailes ridículos y el habitual caos
que Rowan Atkinson siembra a su paso. Aunque, claro, si eres un agente
del MI7 que tiene que detener, analógicamente, a un malvado plenamente digital,
el caos puede ser la solución adecuada.
Está
bien la escena de realidad virtual y esa fuga en coche de autoescuela pero, en
general, le falta un poco de alegría en el ritmo. Y me habría gustado que los
niños del colegio tuviesen algo más de protagonismo. Podrían haber dado para
mucho.
Emma Thompson es la Primera Ministra
de Inglaterra, Olga Kurylenko la mujer fatal y Ben Miller el
ayudante de Johnny English que va solucionando los desaguisados de su jefe.
Tontería
tras tontería, pero es a lo que uno va con Johnny English, ¿no? De todos modos es más flojita que las
anteriores.
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