Me
parece una buena película que debió ser mejor. Falta un poco más de riesgo. El
director quiere ser reflexivo y, a la vez, mantener la comercialidad. Y no es
que la parte comercial no sea buena, pero da la sensación de que no encuentra
el tono o que quiere jugar con todos los tonos.
Ahora
bien. La película tiene muchas virtudes. El protagonista jamás será un héroe.
Hay veces en que temes que la balanza se incline hacia él porque, finalmente,
hace lo correcto. Pero Sorogoyen no lo permite. Manuel (Antonio de la
Torre) fue un crápula en sus 15 años de política y jamás le arrancarán la
corrupción que lleva enraizada en su personalidad.
Las
mejores escenas son las conversaciones. En el despacho de La Ceballos (muy
buena Ana Wagener), en el balcón tratando de jugárselo todo a una carta
(sensacional Luis Zahera), en la escena final con la periodista… Se
alarga demasiado con la búsqueda de las libretas en la mansión, pero logra una
imponente naturalidad.
Es
muy realista, muy alejada, desde luego, de Veep o de The Thick of
It. Y, sin embargo, menos brutal e incisiva. Me parece un acierto que
no se cite a ningún partido político y que, de hecho, estén enlazados en la
corrupción.
Problema:
no hay solución. Es una maquinaria engrasada para perdurar, para que ser
político se convierta en el camino más fácil y rápido de forrarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario