-Hay
quien tiene miedo de los cementerios, pero existen lugares más oscuros.
La
novela marca. Cualquiera que haya leído La
dama de blanco queda impactado. La serie no hace justicia ni se acerca.
El
primer problema es su feminismo. Porque el feminismo que propone no es un
feminismo de las feministas decimonónicas. Es un feminismo del siglo XXI que
chirría por entero. Los personajes están sacados de contexto, no viven en la
época que muestran. Como si metieran un ordenador en el tocador.
El
segundo problema, grave, es que no hay tensión. La novela es una obra cumbre en
el manejo del suspense, la angustia. Atrapa en cada página y te mantiene en
vilo. La serie no ha sabido reflejarlo en ningún momento. Incapaz de acercarse
a ese tono de permanente expectación.
El
tercer problema, muy grave, es el conde Fosco. Fosco es uno de los grandes
personajes de la literatura. Un personaje grandioso en su maldad, una maldad
descomunal, retorcida, maquiavélica y, al mismo tiempo, sutil. Y aquí… Bueno,
en fin, aquí es tan trivial que casi parece un chiste.
Sí,
sí. Muy bien la ambientación y todo eso. Lo presuponemos en los ingleses. Pero
a partir de ahora usaré esta serie como ejemplo para exponer cómo puedes
destrozar el cine, la narración y una buena historia cuando intentas meter con
calzador la ideología. Por cierto: logran lo contrario. Las dos hermanas acaban
pareciendo un par de palurdas que se dejan envenenar cada dos por tres y toman
las peores decisiones en los peores momentos. Una traición al espíritu de la
novela.
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