25/7/18

Patrick Melrose. Temporada 1


-¿Has tomado algo?
-Llevo toda la noche metiéndome cocaína y heroína. ¿Eso cuenta?
Comienzo de la serie: anuncian por teléfono a Patrick que su padre ha muerto. Le ves inclinarse, doblarse hacia el suelo. Va a desmayarse. No. Recoge la jeringuilla de la heroína del suelo y se sienta en una silla, abrumado de felicidad por la noticia.
La serie es, por supuesto, un lujo diseñado para Benedict Cumberbatch. El actor agarra a Patrick, se luce como sólo él sabe hacerlo y lo suelta sólo cuando ha exprimido por completo a su personaje. Digo: ¿cómo se puede ser tan histriónico y, al mismo tiempo, que ésa sea la actuación adecuada? ¿Tan triste lo que cuenta y tan divertido al mostrarlo? Y eso que también está enorme Jennifer Jason Leigh. Hugo Weaving, en uno de sus papeles desagradables, también está espléndido pero, claro, es imposible identificarse con semejante desgraciado.
Son claras las influencias del Danny Boyle de Trainspotting, especialmente en las fases lisérgicas, pero eso no quita para que la planificación sea una maravilla, a veces apabullante, a veces también muy original. Me encanta ese magnífico y larguísimo travelling de la fiesta del 1x03, nada llamativo, nada artificial, tan sutil que casi pasa desapercibido, en transiciones de una conversación a otra, preparando el drama que está por venir. Delicioso.
Hay tres tonos diferentes en la historia: el primer capítulo loquísimo, los dos siguientes en los que Melrose vacila y, finalmente, los dos últimos en los que, con vacilaciones, dudas y retrocesos tiene un objetivo.
Es una historia bastante dura, en realidad. La historia de un hombre que sólo tiene la posibilidad de ser feliz tras la muerte de sus padres. Su dura infancia, su juventud de adicciones, su madurez de recaídas. Pero es también una historia acerca de levantarse una y otra vez y seguir intentándolo.
Muy buena. En algunos momentos brillante.
-Es que todo es un milagro, tío.

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