Leticia Dolera anunció que haría una
serie con Movistar y empezaron a lloverle críticas. Sin que nadie la haya
visto, sin que se haya rodado aún ni una escena. Se trata, obviamente, de ataques personales o
ideológicos, que es lo más lamentable que se puede hacer al criticar una serie
además de criticarla sin haberla visto.
En
algún momento de este siglo nos volvimos así de estúpidos. La debilidad del
pensamiento fue remplazada por el ataque personal. La incapacidad para rebatir
una ideología que no nos gusta fue sustituida por el exabrupto.
Uno
puede estar en contra del stalinismo de Eisenstein, del nazismo de Riefenstahl,
del racismo de Griffith o del consevadurismo de Capra. Y si está
en desacuerdo hará bien en criticar la ideología. Pero hay que ser rematadamente
cafre para cuestionar su sabiduría cinematográfica, su potencia visual, su
arrolladora concepción del lenguaje fílmico. Capra y Riefenstahl
no podían ser más opuestos ideológicamente, pero Capra reconocía que al
lado de la directora alemana no tenía nada que hacer. Y lo mismo se puede decir
de Griffith y Eisentein y, sin embargo, el ruso reconocía que lo
había aprendido todo del director americano.
Ese
saber hacer, esa clase de inteligencia que les permitía distinguir el Arte y
las ideas, es una pérdida de la que el pensamiento débil de nuestros días se
siente orgulloso. Y explica muchas cosas del mundo idiotizado en el que
vivimos.
No
sé si Dolera hará algo bueno o malo. Lo más probable es que,
ideológicamente, no esté de acuerdo con ella. No suelo estarlo. Su película, Requisitos para ser una persona normal,
sin ser ninguna maravilla, demostró que tenía potencial. Pero esperaré a ver qué
hace (o no lo veré) antes de hablar.
Ya
sabes: mejor no hablar y parecer tonto que abrir la boca y confirmarlo.
He
leído demasiadas cosas estos días que han confirmado a mucha gente.
1 comentario:
No voy a opinar yo tampoco, ni voy a valorar lo que piense esta tía. Más que nada porque ni siquiera sé quién es.
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