Este
es un de esos fines de semana en que, gracias a los Mundiales, se estrenan
cosas muy flojitas y sin ningún interés. Así que voy a ver otras cosas que
tengo en la recámara. Eso no significa que vayan a ser cosas más interesantes
que los propios estrenos, pero es lo que hay.
Martin Freeman camina por Australia
en proceso de zombificación. Tiene dos días antes de volverse zombi del todo y
quiere dejar a su bebé con una buena familia. Pero en ese mundo
post-apocalíptico no es fácil encontrar supervivientes que mantengan la
cordura.
No
sé si quedan variantes zombis, pero ésta al menos tiene algún interés. Tipo road-movie, con encuentros con gentes
diversas. Tiene más interés desde el punto de vista dramático que desde el de
las vísceras. No esperes grandes secuencias de acción o terror. Todo se
desarrolla como una alegoría. No es que sea original, pero lo que toma de aquí
y de allá lo hace con sentido común, sin pretender aparentar lo que no es y
expresando lo que sí quiere contar. Una historia emotiva sin excesos
sensibleros.
El
final está bastante logrado. El viaje, el camino, los acontecimientos por los
que el protagonista ha pasado culminan, quizá, no del modo que él esperaba, pero
sí que cumple con su objetivo.
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