Parece
que, tras Everest, Kormákur
le ha cogido el gusto a las pelis de supervivencia. Aunque la presente, más que
recordar a Everest, recuerda a
esa de Robert Redford: Cuando
todo está perdido.
Está
basada en una historia real: parejita que toma un yate y una tormenta les
pondrá en serios aprietos. Shailene Woodley trata de desmarcarse de la
saga Divergente (lógico) y
tira por papeles más dramáticos. Ya lo hizo con la serie Big Little Lies y ahora, hay que reconocerlo,
da un recital. Obligada a sostener casi todo el metraje, lo hace muy bien y lo
aprovecha para lucirse.
El
otro elemento interesante son los efectos especiales. Kormákur les saca
partido y logra mantener la tensión.
Por
lo demás resulta una historia quizá demasiado convencional, aunque algunos
giros de guión logren sorprender.
Para
incondicionales del género, especialmente, pero es disfrutable por cualquiera
que desee un entretenimiento con cierta solidez. La hora y media es lo que
necesita con un ritmo perfecto.