Estamos
en marzo y creo que ya puedo decir que es la película más extravagante del año.
Es de Bruno Dumont, así que ya sabes a qué atenerte. Tan excéntrica como
El pequeño Quinquin y La alta sociedad.
Sólo
puedo aconsejarla a público muy exclusivo, a quien busca cosas de vanguardia o
un musical experimental o una marcianada inclasificable. Mira, haz una cosa: echa un vistazo al tráiler. Para este tipo de cosas los tráiler sí son útiles. Te da
una idea del tono que se emplea.
Es
Juana de Arco y dirige un francés. Quiero decir que Dumont es respetuoso
con la protagonista y con el catolicismo de ella. Pero la puesta en escena, las
interpretaciones, el minimalismo paisajista, las reacciones, todo es chocante.
Te descoloca. No has visto nada parecido. Y eso puede ser muy bueno o muy malo.
En
cualquier caso, como musical, creo que debería haber cuidado más las
canciones y las coreografías, pero parece que la intención es que sean raras
también.
Me
hicieron mucha gracia las apariciones de San Miguel, Santa Catalina y Santa Margarita con esos vestuarios. Y hay muchos momentos graciosos, aunque es difícil saber si es lo que pretende el director.
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