Gracias
a que la protagonista era una mujer, Wonder Woman logró aportar un hálito de originalidad a las historias de
superhéroes. Ahora, con el primer superhéroe negro como protagonista, aporta
aún más.
El
reino africano de Wakanda se convierte en un territorio novedoso, vibrante,
construido con visceralidad y una estética muy cuidada: colores, coreografías
de peleas, secuencias oníricas… La música, llena de sonidos africanos, ayuda
mucho.
Técnicamente
brillante, también cuando sale de Wakanda. Véase la espectacular secuencia de
Corea: casino más persecución.
Creo
que otro aspecto interesante, tanto de Wonder
Woman como de Black Panther,
es que no tratan de salvar el mundo. Las ambiciones son más asequibles al
público: Wonder Woman trata de encontrar su sitio en el mundo, Black Panther trata
de descubrir cómo ser rey.
Si
los arranques de la película tienen bastante de James Bond y película de espías (muy graciosa la hermana de
Black Panther, una científica al estilo de Q), luego tiene algo de drama
shakesperiano que, insertado en las rivalidades tribales africanas, da mucho
juego.
No
es la maravilla que venden los críticos americanos (se ve que el tema racial
les afecta notabemente) pero se agradece su diferencia. Prinicpal pega: esa mezcla de mundo tecnológico y cultura ancestral chirría a veces. Es bonito de
ver pero difícil de asumir. En cualquier caso es una peli con personalidad
propia que se sale de los esquemas habituales.
Sí:
la pelea final sigue siendo demasiado larga. Hay cosas que no aprenden.
No hay comentarios:
Publicar un comentario