-No
me gusta el póquer.
-¿Y
por qué juegas?
-Me
gusta destrozar la vida de la gente.
Nunca
pensé que diría esto, pero me harté de oír la voz de Jessica Chastain.
Habla y habla y habla. Incesantemente. Como personaje y en off. Una verborrea agotadora. Cuando le dan una paliza, jo, casi me
alegré, porque así estuvo callada un rato. Pero luego te cuenta que tiene el
labio partido (que ya lo vemos) y el ojo morado (que ya lo vemos) y que se
levantan los fiscales (que ya lo vemos).
De
ahí que Sorkin, un gran guionista porque confía en el poder de la
palabra, jamás será un gran director, pues no confía en el poder de la imagen
ni en la capacidad de los intérpretes para transmitir sentimientos. Siente la
obligación de expresar con palabras hasta lo más evidente.
Y
eso cansa. Me agotó tanta palabrería. Más allá de algunas secuencias de póquer
no consiguió despertar mi interés. Sus 140 minutos no tienen ningún sentido.
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