-No
digas a nadie tu nombre. Nadie podría entenderlo de todas formas. Excepto los
niños.
Momento:
el Armisticio de Navidad de 1914. Ese día en que las trincheras alemanas e
inglesas hicieron un alto para cantar villancicos y celebrar la Nochebuena.
Porque el universo no es un cuento de hadas. Pero a veces sí lo es.
Y
tiene de nuevo el aroma del Cuento de
Navidad de Dickens. El fantasma del pasado, del presente y del
futuro. El primer Doctor, el decimosegundo Doctor y… la decimotercera Doctora.
No
hay un malvado. Es una reflexión intimista del Doctor sobre sí mismo y todo se
centra en su interioridad. Es un relato sobre la memoria, sobre quiénes somos.
Cómo nos percibimos nosotros mismos y cómo nos perciben los demás. Y,
obviamente, es un cuento sobre la muerte, sobre la regeneración.
-Y
recuerda: odiar es siempre estúpido, amar es siempre sabio.
No
sé tú qué opinas. Pero a mí la presentación de Jodie Whittaker me ha sonado a chiste machista: es mujer y no
sabe pilotar la TARDIS. Quiero decir que lo primero que hace es tocar un botón y la lía.
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