-¡Mary
Jane, ponlo en su sitio!
John
es un adolescente con indicadores de asesino en serie: enuresis, piromanía y
crueldad animal. Siente un exacerbado interés por la muerte, disfruta embalsamando
en la funeraria familiar y le encanta hacer perfiles psicológicos de psicópatas.
El psicólogo trata de explicarle que nada de eso es definitivo.
Y
hasta aquí puedo contar porque lo que ocurre a la media hora implica que estás
viendo una película que no esperabas. Muy distinta a lo que imaginabas.
Y
eso es bueno. Al menos para mí. Ese descoloque, ese modo de romperte la
cintura, el modo en que la historia evoluciona, me ha parecido brillante. Es de
producción irlandesa, así que los clichés americanos no existen. El desarrollo
es inesperado, original, llamativo.
Está
la escena sobre el hielo como primer apunte. Luego la de la barbería y ahí sí
que sube definitivamente el nivel. Finalmente la de la sala de embalsamamiento.
Alucinante.
Me la recomendó Santiago para que la viese bajo mi absoluta responsabilidad. Vale. Lo mismo te digo. No puedo recomendarla alegremente porque sé que a mucha gente no le gustará. Pero
si te mola la ruptura de las reglas de los géneros cinematográficos, no lo dudes.
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