-Todo
es aleatorio menos la casualidad.
La
muerte de un caballo no debería ser asunto de homicidios. Pero si aparece sin
cabeza, en la postura de una crucifixión, en lo alto de un teleférico, un poco
raro sí parece. ¿Un mensaje para alguien?
En
el hospital psiquiátrico de al lado también pasan cosas divertidas. Hirtman, ex
juez, asesino en serie. Una especie de Hannibal Lecter que orquesta crímenes
desde su celda.
El
planteamiento me gustaba y hasta el capítulo 3 funciona bien. Pero ahí ya
empieza a patinar. La trama principal queda plagada de situaciones
rocambolescas que caen en lo inverosímil y aparecen tramas secundarias que no
tienen nada que ver con la historia ni tienen justificación alguna. Aparecen de
la nada y se acaban de repente. Les dijeron que 8 capítulos, pues muy bien,
inventaron cualquier cosa.
Con
todo, el problema principal es que se supone que Hirtman es maquiavélico,
retorcido, inteligentísimo y que da mucho miedo. Y el espectador no tiene esa
sensación en ningún momento. Más bien al contrario. No haces más que
preguntarte cómo ese pardillo tan soso está ahí.
Finalmente
es muy previsible. De hecho estás esperando una sorpresa que vuelque todo pero
no: es precisamente quien te imaginabas. ¿Quién está más en contacto con
Hirtman? Pues justo. La sorpresa es que no hay sorpresa. Y eso que intentan sorprenderte.
Final bobísimo, puro cliché.
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