13/9/17

Glacé

-Todo es aleatorio menos la casualidad.
La muerte de un caballo no debería ser asunto de homicidios. Pero si aparece sin cabeza, en la postura de una crucifixión, en lo alto de un teleférico, un poco raro sí parece. ¿Un mensaje para alguien?
En el hospital psiquiátrico de al lado también pasan cosas divertidas. Hirtman, ex juez, asesino en serie. Una especie de Hannibal Lecter que orquesta crímenes desde su celda.
El planteamiento me gustaba y hasta el capítulo 3 funciona bien. Pero ahí ya empieza a patinar. La trama principal queda plagada de situaciones rocambolescas que caen en lo inverosímil y aparecen tramas secundarias que no tienen nada que ver con la historia ni tienen justificación alguna. Aparecen de la nada y se acaban de repente. Les dijeron que 8 capítulos, pues muy bien, inventaron cualquier cosa.
Con todo, el problema principal es que se supone que Hirtman es maquiavélico, retorcido, inteligentísimo y que da mucho miedo. Y el espectador no tiene esa sensación en ningún momento. Más bien al contrario. No haces más que preguntarte cómo ese pardillo tan soso está ahí.
Finalmente es muy previsible. De hecho estás esperando una sorpresa que vuelque todo pero no: es precisamente quien te imaginabas. ¿Quién está más en contacto con Hirtman? Pues justo. La sorpresa es que no hay sorpresa. Y eso que intentan sorprenderte.
Final bobísimo, puro cliché.

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