16/9/17

Detroit

Bigelow quiere sacudir, conmocionar, provocar. Y lo logra con una película de violencia compulsiva, tensa, agobiante.
Me parece evidente que trata de imitar el Bloody Sunday de Paul Greengrass. Pero ella no es Greengrass y no sabe manejar la cámara con su habilidad. Tampoco el montaje. El tono documental pierde fuerza por su distanciamiento.
Ese afán documental choca con su fondo. No es una historia de Bien contra Mal. No se trata de orcos contra hobbits. Una historia sobre el racismo exige matices y aristas. Porque es un problema muy complejo. Decir que todos los negros son buenos y todos los polis blancos son malos hace que la peli pierda prácticamente su poder. Trata de maquillarlo un poco pero no cuela. Ese maniqueísmo es nefasto. No hay personalidad en los caracteres, son estereotipos.
La directora sí es más eficaz manejando la tensión, especialmente en la larga secuencia del motel. Ya lo demostró en En tierra hostil y en La noche más oscura. Pero eso no basta.
Intensa pero efímera. No deja poso a largo plazo.
Está bien ese comienzo de dibujos animados.

No hay comentarios: