22/6/17

Better Call Saul. Temporada 3

-Si algo sé de los alemanes es que les encantan las auditorías bien hechas.
Es la temporada en que ya se conocen todos: Saul, Mike, Gus, Héctor… Y también la señorita Rodarte-Quayle, ya sabes, la de la stevia. Me encantan esas conversaciones entre Saul y Mike. No necesitan decirse mucho, se calan el uno al otro inmediatamente, entienden sus respectivos códigos de honor, confían de inmediato… Me encanta esa compenetración tan automática.
El personaje de Kim. Una chica buena, buena abogada, buena persona. Pero que comete un error clásico: creer que puede cambiar al chico malo. Y así acompaña a nuestro protagonista en sus locuras, inconsciente de que, más pronto o más tarde, saldrá herida.
La trama de los testamentos para la tercera edad dio mucho juego pero eso dejó desligado a Saul del circuito de droga, apenas hubo contacto entre dos historias que transcurrieron casi siempre en paralelo, sin puntos de unión.
Y Chuck, el hombre de la enfermedad inexistente, la enfermedad psicológica, también ha recibido su castigo. El último plano de esta temporada es bastante radical. Tampoco a Héctor Salamanca le sonrieron los hados. Supongo que hemos presenciado por qué se quedó parapléjico.
Bien, pero le sigue faltando ese toque de fuerza de Breaking Bad, esos comienzos y esos finales de capítulo, esa integración total de los personajes.
-Es como hablar con Gollum. Transparente y patético.

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