La peli llega 38 años
tarde. Excepto si no viste Alien, el
octavo pasajero.
Demasiados parecidos y
con un guión mucho menos elaborado.
Una cápsula con cositas
de Marte anda a la deriva. Consigue ser atrapada por una estación espacial que
orbita la Tierra. Allí experimentan con las cositas y descubren que hay una
bacteria muy simpática a la que los niños de la Tierra bautizan como Calvin.
Pero pronto Calvin se hace grande y parece un pulpo inteligente inmune al
fuego, la electricidad, capaz de aguantar el vacío e incluso de desplazarse en
gravedad cero. Así como suena.
Todas las coincidencias
e improbabilidades se podrían pasar por alto, pero el verdadero problema es su
falta de ritmo, ese estirar las escenas hasta el agotamiento pensando que así
hay más suspense. Y acaba por hacerse pesada e irregular.
Es medianamente
entretenida mientras Calvin se hace grande. Se trata de ver cómo el bichito se
las ingenia para llegar a la mayoría de edad. Luego, definitivamente, no tiene
arreglo y se vuelve totalmente previsible.
Daniel Espinosa se luce con un larguísimo travelling inicial. Luego le toca torear con un guión tirando a pobre (son los guionistas de Deadpool así que no es raro que no den para más). Los intérpretes,
solventes en otras ocasiones, se limitan a hacer lo que pueden con unos
personajes muy planos.
Para los consumidores
compulsivos del cine de terror.
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