Billy Hope y Maureen se
criaron en orfanatos en la Cocina del Infierno. No han tenido una vida fácil.
Orfandad, peleas, cárcel. Ahora él se ha convertido en campeón de boxeo y ella
en su esposa. Son ricos en una casa inmensa y su hija lee, escribe y se expresa
mejor que ellos.
Entonces ocurre esa
pelea en el hotel, cuando el aspirante al título insulta a Maureen. Las
consecuencias serás devastadoras.
Fuqua dirige con su habitual crudeza y, también como es
habitual en él, fuerza en exceso el drama, las reacciones histriónicas. Falla
el descenso, el tocar fondo (demasiado apresurado) para levantarse (también
veloz) porque quiere llegar a ese combate de boxeo de 12 asaltos (demasiado
largo).
El trabajo de Jake
Gyllenhaal es lo mejor. Forest Whitaker también ayuda desde su papel
secundario. El boxeo es la excusa para mostrar la redención de un tipo que
tiene poco que perder y algo que ganar.
No me gusta cómo usa a
Lila como motor sentimental, pero también tiene sus cosas buenas. Al fin y al
cabo es la razón por la que Billy sigue adelante. No es mala película pero se
queda lejos de sus posibilidades. Demasiado previsible y poco novedosa.
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