Es el retrato de una
familia un tanto excéntrica. Aunque ahí habría que plantearse qué es una
familia excéntrica y si acaso no lo son todas.
La trama arranca en el
momento en que a la madre le detectan un tumor en el cerebro. Eso hace que la
familia se reúna en el hospital y que, a partir de ahí, conozcamos a los
personajes satélite. Padres, hijos, nietas, novias, ex-novias, ex-mujeres…
Tiene ese aire de cine
independiente, esa apariencia de drama revestido de comedia. Suave drama,
comedia surgida de las peculiaridades de la familia. No parecen, en principio,
personas muy refinadas. Más bien toscas, alocadas, inmaduras. Pero poco a poco
vas descubriendo que han trabajado como mulas, que son buena gente y que el fondo
de ternura que albergan, aflora con suma facilidad.
La peli tiene una
ventaja. Una gran ventaja: sus intérpretes. Margo Martindale, Richard
Jenkins (qué reacciones tan extrovertidas), Sharlo Copley, John
Krasinski y Anna Kendrick. Todos ellos están estupendos, defienden
bien a sus personajes y los hacen creíbles.
Simpática, atractiva.
Previsible en cierto modo y con un final con bastante chispa.
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