1882. Sasha Tchernetsov
tiene 15 años y celebra su primer baile en sociedad. Pero tiene los
pensamientos puestos en la búsqueda del barco de su abuelo, perdido en una
expedición al Polo Norte.
Llevaba tiempo tratando
de conseguir esta película de la que no había visto más que fotos. Su estética
me parecía muy llamativa. Dibujo y color minimalistas para narrar una aventura
entre los hielos.
Es una producción
franco-danesa bastante original. No sólo por los elementos estéticos
mencionados sino también por su ambientación en San Petersburgo y el modo de
poner en marcha la historia. Incluso elementos que podrían ser clichés (ese mes
de trabajo duro de la chica) está
trenzado con mucha elegancia y lógica.
Aunque el núcleo de la
narración esté en los hielos, todo lo anterior también es interesante. Pero es
ahí, en los hielos, donde te acuerdas de Stevenson, Conrad, Jack
London, Pushkin o Melville; ahí te das cuenta de lo bien
empleado que está ese minimalismo en dibujo y color, la enorme fuerza que
otorga a la creación de sensaciones.
Me gustó mucho. Una
película animada de elegancia poco común. Y una de las pocas a las que sí
habría pedido más metraje.
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