-¿Cómo podría decir que
no?
Eleanor ha muerto y ha
ido al Buen Lugar. Ella sabe que ha habido un error y que ella debería estar en
el Mal Lugar. Pero por supuesto no dice nada. Y como no es una buena chica, empiezan
a ocurrir cosas malas y enseguida se da cuenta de que alguien más se ha colado.
Alguien que, además, es idiota.
Decidí echarle un
vistazo. Contra todo pronóstico no me sentí rechazado. No es que me
entusiasmase, ni siquiera que me gustara al cien por cien, pero era distinta y,
junto con situaciones demasiado repetitivas, había algo que sí llamaba la
atención: la ética.
Capítulo tras capítulo
van colando de rondón una ética para dummies bastante graciosa. Platón,
Aristóteles, contractualismo, utilitarismo, Maquiavelo… Y los conflictos de los
personajes, en ese capítulo, lo reflejan de alguna forma.
No puedo recomendarla.
Ni siquiera es muy graciosa. Pero algo tiene. Y el giro del minuto 32 del
último capítulo es arriesgado, atrevido y, en mi opinión, perfecto. Aunque
puede que muchos lo rechacen.
Y no tengo ni idea de
cómo se puede hacer ahora una segunda temporada funcional. Aunque tampoco me
preocupa mucho.
-Sí bueno. Kant no
mentía. Y por eso era un ermitaño, solitario y obsesivo, con cero amigos.
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