Hay cosas que,
simplemente, no se pueden superar.
El pasado cruel.
Una historia sencilla,
un drama potente. El hermano de Lee muere y él se convierte en el tutor de su
sobrino. Eso es todo. Luego están las circunstancias. Y las circunstancias
encierran un pasado trágico.
Te preguntas por qué Casey
Affleck y Michelle Williams se divorciaron. Hasta que (qué bien esos
flashback abruptos) descubres el
porqué. Y entonces preferirías no haberlo sabido.
Lo mejor de este drama
es que no conoces todo. Parte lo intuyes, parte lo deduces, parte lo imaginas.
Casey Affleck hace un gran papel. Muy grande. Y cuando
aparece Michelle Williams, con muy pocos minutos de pantalla, en ese
encuentro (¿encontronazo?) en la calle, arrasando con todo, ambos se potencian
aún más. Qué escena tan fuerte, qué cruda, construida con un diálogo que no es
diálogo, sino palabras entrecortadas por el llanto, el arrepentimiento y el
pasado cruel que impide superar ciertas cosas.
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