-¿Y si tus problemas no
están en tu cabeza? ¿Y si ni siquiera son problemas?
Noah Hawley ha hecho dos temporadas maravillosas con Fargo.
Cuando se le presentó la ocasión de renovar ese mundo aturullado que hasta
ahora han sido los X-Men, no
lo dudó.
Lo que hace es distinto
a cualquier cosa que hayas visto con superhéroes. Visual y conceptualmente.
Si a un telépata no le
dicen que es telépata y no le enseñan a controlar las voces, entonces es un
loco. Por eso David Haller vive en un sanatorio mental. Pero es, probablemente,
el más poderoso de los X-Men.
Esto. Justo esto es lo
que estaba esperando de los X-Men.
Esta forma de tratarlos. Sin prisa, con atención a su psicología, a las enormes
variantes de sus circunstancias. El capítulo parece más algo del estilo de Alguien voló sobre el nido de cuco o
K-Pax.
Hawley presenta una dinámica radicalmente nueva, corre riesgos,
su estética sorprende, la música (como en Fargo) es brillante, incluye un número musical, reduce la
acción a lo imprescindible y nos ofrece otra perspectiva.
Si el resto de
capítulos siguen como el primero, estamos ante una de las series del año.
Y además aparece Aubrey
Plaza. Pues claro que entre las locas, ¿dónde si no?
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