-Así es Los Ángeles. Se
venera todo y no se valora nada.
Gran película, sí
señor. No sé es si un clásico instantáneo porque, ahora mismo, el mundo entero
habla de ella, está nominada con premios a carretadas y, tal vez, esté
sobredimensionada. Pero es grande, eso seguro.
Clásica y moderna,
romántica y anti-romántica, soñadora y realista, lo que pudo ser y no será.
Cuatro estaciones de un año. Y una estación más cinco años después.
Muy pensada. Muchos
detalles. Me gusta esa conversación:
-Invita la casa.
-Pago yo. Insisto.
Desde una perspectiva y
desde su contraria. Desde el comienzo y desde el final.
Ese juego imaginativo
de Mia (Emma Stone) al final de la película vale millones. ¿No habría
sido fácil? Habría costado bien poco. Si la vida fuese perfecta, así habría
sido. Pero los caminos del destino son otros y hay que aceptarlos (la sonrisa
de Ryan Gosling indicando que todo está bien).
Echo de menos algunas
coreografías más trabajadas. Pero difícilmente le quitarán los Oscar. Tampoco
es que haya mucho más donde elegir. Damien Chazelle metió un pie en la
puerta con Whiplash y ahora ya
está dentro pisando fuerte.
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