31/1/17

Bright Lights

-Comparto todo con mi hija. Especialmente los cheques.
Dos mujeres, Debbie Reynolds y Carrie Fisher, madre e hija, a las que pareciera que un impulso misterioso, algo tan profundo que ellas mismas ignoran, les impulsara a ser felices y tener buen humor pese a lo mucho que sufrieron: relaciones rotas, drogas, trastornos maníaco-depresivos… Y todo lo superaban.
-Tengo una crisis de alegría.
Y vemos sus absurdas decoraciones, sus surrealistas colecciones de pinturas y fotos, su presencia en las Comic-Con, su intento de hacer un museo con objetos famosos (los escarpines de Judy Garland en El mago de Oz, el célebre vestido de Marilyn en La tentación vive arriba) que compraron en subastas…
El documental tiene un grave problema. Los directores han confiado demasiado en la improvisación, en la chispa y la química que madre e hija tenían juntas. En que son iconos por sí mismas. Y no basta. Se nota un montaje apresurado, deshilvanado, para que saliera adelante poco después de la muerte de ambas. Y, claro, no estaba pensado como homenaje póstumo sino como el día a día de dos estrellas famosas.
Tiene cosas muy interesantes, algunas irrelevantes, algunas sugerentes, otras muy tontas. Puede estar bien para cinéfilos empedernidos, pero debió ser bastante más.
Ellas eran mucho más.

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