-Soy el capitán.
Prepárense para impacto.
El capitán Sullenberger,
más conocido como Sully, aterrizó su avión sobre el río Hudson cuando los dos
motores fallaron. Salvó la vida de los 155 pasajeros. Pero los ingenieros y las
simulaciones decían que fue una imprudencia y que había tiempo de regresar al
aeropuerto.
La segunda opción ayudaba
mucho a la aerolínea y a la aseguradora.
Una historia que no
cuenta gran cosa y que en manos de otro director quedaría en una anécdota. Pero
qué bien lo dirige Clint Eastwood, con ese montaje fragmentado. Primero
cuando ya ha pasado todo, después la investigación y el revuelo mediático,
luego atrás deteniéndose en contar algo de algunos pasajeros, después el breve vuelo,
el rescate y vuelta a la investigación.
Y entre medias las
historias humanas, los equipos de rescate, los tipos del bar, los de la torre
de control… Lo importante y decisivo del factor humano.
Sin fantasmadas de
maniobras de vuelo imposibles, sin quitar ni añadir nada a la realidad, la
tensión y la emoción se mantiene todo el metraje.
Me encanta la cara de
satisfacción de Aaron Eckart mientras los aviones se estampan durante
las simulaciones.
-Sabes que vas a morir
y luego, milagrosamente, estás viva.
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