Este tipo de series (como
Shetland, como Los crímenes de Fjällbacka) no me
apasionan, pero me relajan. Son policiacas sencillas, sin complicaciones,
procedimentales. Lo único que las distingue es su lugar de ubicación.
Y eso me atrae más que
la trama policiaca en sí. Paisajes, caracteres humanos, costumbres, peculiares
fiestas locales… Las variantes de la naturaleza humana en las que la geografía
y el clima juegan un papel destacado.
Esta vez el lugar
recóndito es un pueblo de Gales.
Hay mucho fondo tras
cada uno de los componentes del equipo policial. Vemos que cada cual tiene una
historia interesante detrás. El problema es que, la temporada acaba y seguimos
igual que al principio. No sabemos nada de ellos.
Eso sí. El comisario
jefe tiene un hangar de oscuridad a sus espaldas y es de esperar que en la
segunda temporada vayan a por él. O igual no. Igual simplemente lo apuntan y
así se queda.
Y a mí que me sigue
dando igual porque, si la veo, la veo por sus paisajes y su paisanaje.
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