26/11/16

Aliados

Me gustaron los primeros 40 minutos. Esa misión en Casablanca. Te preguntas por qué no anda por allí Humphrey Bogart y por qué Brad Pitt y Marion Cotillard no se pasan por el café de Rick. Me gustaron mucho esos 40 minutos.
Luego es un desastre. Saltos temporales de esos que un director hace poniéndote letreritos: 3 semanas después, 9 meses después (un bebé, obvio), 1 año después. Y un giro supuestamente sorprendente, que no lo es porque te ha estado rellenando la pantalla con esos letreritos y te esperas que esa vida hogareña deba tener detrás algo más.
Si el inicio en Casablanca está muy bien porque remite a nostalgia, a guiño sin ser plagio, a emoción de cine, el final es un abuso casi intolerable. Ese final en un aeródromo ya no es un guiño a Casablanca. Es querer imitar lo inimitable. Zemeckis te dice que quiere hacer Casablanca 2, que lo ha intentado y que confía en que así haya sido.
Y qué va. Está película debió terminar a los 40 minutos. Luego es tan inverosímil que no hay por donde cogerla. Nadie se puede creer que una tipa con tantos recursos se deje acorralar así por unos mentecatos. En Londres.
Una chuminada.

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