Están bien estos ocho capítulos pero con
cuatro habría estado mejor. Conecta en muchos puntos con Jordskott y, al igual que la serie
nórdica, tiene un problema gordo: la prolongación innecesaria del misterio. Más
que aportar suspense acaba por cansar.
Una niña desaparece, la chica que estaba con
ella se va a Londres, se convierte en doctora hematóloga y ahora vuelve para
averiguar qué paso en sus tierras australianas. Nadie la quiere por allí. Su
padre el que menos.
Y en cuanto ella llega, otra chica
desaparece. La serie juega bien con la idea de los lugareños que piensan que es
cosa de ovnis y extraterrestres. Sí lo es, no lo es. Ya digo que la
prolongación de ese interrogante se alarga demasiado pero funciona como eje.
No sé si tendrá segunda temporada. Espero que no. Si la hay, que no cuenten conmigo. Lo que había que contar ya está contado.
Sólo si te gustó Jordskott.
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