En ocasiones me he sentido tentado a
escribir una crítica-plantilla. Una crítica que sirva para muchas de las pelis
Disney. Que estrenan Peter y el dragón,
pues yo pondría un enlace a la crítica-plantilla y tiempo que ahorro.
Pelis bonitas, tiernas, sentimentales,
pensadas para público infantil, sin ningún fondo, con mucho buen rollo, haz lo
que te diga el corazón, vamos a ser todos buenos, ecológicos, muy ecológicos y
a llevarnos bien, el mundo es bonito… Todas esas memeces.
Pero claro, no sería honrado porque siempre
se acentúa un elemento, hay alguna variante. En esta ocasión, por ejemplo, si
hubiese habido otra escena de caricias en el hocico, habría vomitado.
Viene a ser una especie de El libro de la selva en plan moñas.
O como Mi amigo el gigante sin
la sabiduría de Spielberg.
Así que dices: ¿qué carajo hacen aquí Robert
Redford, Bryce Dallas Howard y Karl Urban?
Pues hacerla soportable. Los personajes son simplones
pero al menos ellos logran darles algún matiz.
Para público infantil seguro que funciona y, hale, a vender
peluches del dragón Elliot.
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