-¡Por todas mis cabras juntas!
Bastante buena, la verdad. Mucho mejor de lo
que esperaba.
Bruno Ganz es el abuelo, un
hombre de carácter fuerte con una impresionante intensidad. Pedro es un pastor
rudo, un niño bien elegido con su cara de brutico.
Lo mejor de la peli es que, aun siendo
tierna y dulce como corresponde, se intenta erradicar la ñoñería y apuesta por la
crítica social del clasismo, por el contraste entre la futilidad de tantas
costumbres urbanas y la sencilla aspereza y necesidades del mundo rural (sin idealizarlo), por
profundizar en el desarraigo, la orfandad…
Muy divertida la primera comida con la
señorita Rottenmeier y Clara despiporrándose desde su silla de ruedas. Y la
contrapartida, cuando Heidi enseña a Clara cómo se come en el campo, sin
cubiertos. Muy majete el mayordomo, la criada que pimpla… Cuidan a los
personajes secundarios y los definen bien con unos pocos detalles.
Y, claro, están todos esos paisajes de los
Alpes suizos.
2 comentarios:
Cuando quieras te vienes a verlos en persona.
Ya.
A ver si encuentro un ratillo.
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