-Evitemos perfumarnos de nepotismo.
Hay cosas que no me gustan y cosas que me
gustan mucho.
No me gusta que pasen tantas cosas tan
deprisa. No me gusta que haya tantos personajes. Los secundarios apenas están
definidos o son una mera excusa para introducir tramas que no llevan a ninguna
parte. No me gusta la arritmia que todo ello conlleva
Pero aisladamente, aquí y allí, hay escenas
magníficas.
Me encanta ese diálogo entre el chico que
paga a una prostituta por primera vez y la prostituta que también presta
servicio por primera vez. Delirante. Me encanta también ese diálogo sobre la
muerte desde una óptica, evidentemente, judía.
-Yo no tengo miedo a morir.
-Porque eres tan estúpido que no te das
cuenta de todas las implicaciones.
Me gustan cosas que hace con la cámara y que
creo que Woody Allen no había hecho antes. Me gusta esa escena que, repentinamente,
queda a la luz de las velas. Me gusta ese matrimonio trasunto de Scott y
Zelda Fitzgerald.
Irregular. Hace mucho que Allen es
irregular. Es una película agradable pero efímera, tan efímera como su
concepción del amor. El amor dura un instante y luego se va.
-Primero asesino y ahora se hace cristiano.
No sé qué es peor.
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